El 31 de agosto, después de 10 horas de viaje en autobús desde Santiago, llegamos a Valdivia. Al llegar llovía bastante así que nada más llegar buscamos un hostal y terminamos en una casa familiar construida de madera muy acogedora. Cuando por fin dejó de llover al mediodía salimos a dar un paseo. Anduvimos por algunas calles hasta llegar al río donde había montado un mercado de pescado y verdura en el interior de una carpa. Asomados a los puestos de pescado encontramos un montón de enormes leones marinos, esperando atrapar las cabezas y tripas que desechaban los pescaderos junto con un grupo de gaviotas que cogían lo que les dejaban los leones. Tuvimos ocasión de verlos desde muy cerca, no les tocamos porque pueden morder aunque nos quedamos con las ganas. Continuamos nuestro paseo cruzando el puente que lleva a la isla Teja, una pequeña isla boscosa formada por la confluencia de dos ríos; en ella encontramos bonitas casas de madera con cuidados jardines. Cotilleamos unas cuantas calles y regresamos por el mismo puente hasta que comenzó a llover otra vez y regresamos al hostal a cenar lo que nos habíamos comprado en el supermercado. A la mañana siguiente fuimos dando un paseo de unos 8km cruzando otra vez la isla hasta la cervecería Kunstmann. Cuando llegamos estábamos muertos de hambre así que fuimos directamente al restaurante antes de empezar la visita a la fábrica. El guía nos contó a lo largo del recorrido la historia de la cerveza Kunstamnn y su técnica de elaboración, vimos los enormes tanques donde elaboran las distintas cervezas y probamos una de ellas. Una vez terminado el tour nos acercamos a la carretera para coger el primer autobús de regreso al pueblo donde cogimos otro autobús que nos dejó en Puerto Varas donde llegamos sobre las diez de la noche. Puerto Varas es un pequeño pueblo a orillas del lago Llanquihue, al sur de Chile, formado por bonitas casas de madera. Cuando nos despertamos el dueño del hostal nos recomendó algunos senderos por el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales y al final nos decidimos por la ruta "desolación"; una caminata por las faldas del volcán Osorno y a lo largo de lago Llanquihue. Cogimos un autobús local para ir a Petrohué que era el punto de inicio de la excursión. Dimos un bonito paseo por los alrededores del volcán, el regreso queríamos hacerlo por el lago pero no sabíamos donde enganchaba el camino así que atravesamos campo a través por un bosque muy frondoso del que nos costó salir. Una vez en el lago caminamos por la playa y Tom incluso se animó a meterse al agua hasta la cintura, y eso que el agua estaba helada! Continuamos la ruta por un sendero que recorría una zona muy agradable de bosque hasta llegar de nuevo a Petrohué donde cogimos un autobús de regreso a Puerto Varas. Al día siguiente cogimos el mismo autobús en dirección Petrohué pero esta vez nos bajamos en los Saltos de Petrohué donde el río baja bravo formando pequeñas cascadas y saltos de un agua azul turquesa. En esa misma zona había un par de senderos para caminar por una de las orillas del río a través de un bonito bosque de arrayanes. Al acabar el recorrido salimos a la carretera por la que bajamos unos metros hasta que encontramos el inicio del sendero "El Solitario"; caminamos aproximadamente una hora antes de comernos los bocatas que nos habíamos preparado. Continuamos la ruta por el bosque hasta llegar a una carretera secundaria por la que no pasaba ni un alma; el último tramo a pesar de ser por carretera el camino se hizo agradable al estar rodeados de mucha vegetación y con las vistas al lago de fondo. Después de tres horas de caminata llegamos a la Ensenada donde cogimos un autobús de vuelta a Puerto Varas. A primera hora de la mañana siguiente cogimos un autobús hacia Castro, la población más grande y céntrica de la isla de Chiloé. Llegados a Puerto Montt el autobús subió a un ferry para cruzar el océano hasta Ancud y luego seguir bajando hasta Castro. Cuando llegamos a Castro llovía bastante así que fuimos directamente al hostal donde esperamos a que aflojara. Al rato salimos a dar un paseo por el pueblo hasta la plaza central donde está la catedral, pintada de amarillo y morado por el exterior. Bajamos andando hasta la orilla del mar donde caminamos observando los típicos palafitos, una serie de casas antiguas construidas en la orilla del mar sustentadas por postes de madera. Seguimos de paseo hasta que comenzó a llover otra vez y nos fuimos a cenar. Para el día siguiente teníamos pensado visitar una serie de iglesias declaradas patrimonio mundial de la UNESCO por el archipiélago de Chiloé, así que cogimos un autobús local hasta Achao, una pequeña población ubicada en una isla llamada Quinchao a la que llegamos también en ferry. Después de visitar la iglesia caminamos hasta el muelle y paseamos por la playa antes de montarnos otra vez en autobús e ir hasta el vecino pueblo de Curaco de Vélez donde hicimos un pequeño recorrido por el pueblecito después de visitar la iglesia y nos fuimos a Dalcahue, ya en la isla principal de Chiloé. Allí también vimos la iglesia y callejeamos un poco por el pueblo para luego coger un autobús de regreso a Castro. Después de comer cogimos un autobús de regreso a Puerto Varas ya que nuestra idea era cruzar otra vez a Argentina por la región de los lagos, así que al día siguiente nos fuimos a Villa La Angostura, Argentina.
|