Desde Los Antiguos queríamos ir a El Calafate para visitar el Perito Moreno pero la carretera R40 todavía no estaba abierta así que tuvimos que dar un rodeo bastante grande yendo por Caleta Olivia y Río Gallegos. En Caleta Olivia estuvimos un par de horas en la terminal de autobús para hacer la conexión, en Río Gallegos teníamos que esperar unas cinco horas así que aprovechamos para visitar la ciudad. Caminamos hasta la costanera por donde paseamos hasta llegar al estuario, a lo largo de este trayecto hay unos paneles explicando la fauna que hay en la zona. Cuando llego la hora de salida vimos que en lugar de un autobús era una furgoneta con cinco pasajeros; mejor así llegaríamos antes. En la primera parte del viaje atravesamos una infinita estepa desierta pero más tarde nos empezamos a acercar a las montañas nevadas con curiosos relieves puntiagudos. Cuando llegamos a El Calafate buscamos un hostal donde alojarnos y dedicamos el resto de la tarde a organizar nuestra visita al glaciar Perito Moreno. Finalmente nos decidimos que la mejor forma de visitarlo era haciendo un trekking por el mismo glaciar, pensamos que sería una experiencia increíble andar sobre él. Al día siguiente cogimos un autobús dirección al Parque Nacional Los Glaciares, en la zona donde se ubica el glaciar Perito Moreno. Poco después de pagar la entrada al parque pudimos de ver de lejos la caída del glaciar al lago Buenos Aires, ya de lejos nos impresionó. El autobús nos dejó en un pequeño embarcadero donde cogimos un bote que nos llevaba a los pies del glaciar; el barco se observó bastante al glaciar así que conseguimos verlo a tan sólo unos pocos metros, un enorme paredón de hielo de unos 60 metros de alto. Navegamos esquivando los témpanos de hielo que se desprendían del glaciar hasta llegar a la orilla. Tras una pequeña caminata por la playa accedimos hasta la base del glaciar donde nos proporcionaron los grampones necesarios para poder caminar sobre el hielo. Nos explican cómo caminar con ellos y nos ponemos en marcha, jamás hubiésemos imaginado que íbamos a caminar sobre el Perito Moreno. Estuvimos subiendo y bajando colinas de hielo emocionados con las vistas que nos rodeaban, hielo por todos lados. Encontramos alguna laguna de intenso azul donde pudimos beber agua y también pudimos ver uno de los sumideros que pueden llegar a medir 100 metros de profundidad, así que nos asomamos con mucho cuidado. Después de casi dos horas llegó el momento de quitarse los grampones y continuar con la visita. Teníamos un rato para el almuerzo así que nos sentamos en unas mesas de madera que había en la playa enfrente del glaciar a comernos el bocadillo. Mientras comíamos pudimos observar algún pequeño desprendimiento de la fachada del glaciar y también pudimos como un iceberg comenzó a girar hasta darse la vuelta y quedar flotando por el lado contrario. Al cabo de un rato embarcamos otra vez al bote que nos llevó de regreso hasta el autobús que nos dejó en las pasarelas desde donde todo el mundo acude a ver el Perito Moreno. Desde aquí se observa la fachada frontal del glaciar, la cual es la más susceptible de tener desprendimientos por lo que pasamos un buen rato esperando en uno de los balcones a que cayera algún bloque pero no tuvimos suerte. Igualmente disfrutamos contemplando esta enorme masa de hielo de 30 km de longitud que avanza unos 700 metros al año. Después de pasar una hora en las pasarelas volvimos al autobús que nos llevó de vuelta a El Calafate. Dimos un paseo por el pueblo que básicamente se reduce a una avenida principal llena de tiendas de recuerdos, agencias de viaje y restaurantes. El día 29 de septiembre cogimos un autobús hacia El Chaltén donde llegamos tres horas después. Poco antes de llegar pudimos ver el glaciar Viedma a orillas del lago que lleva el mismo nombre. Nada más llegar al pueblo nos dieron un mapa con información sobre los senderos y buscamos un hostal donde alojarnos. Es uno de los pueblos más pequeños donde hemos estado durante estos meses, no viven más de 600 personas en invierno, y está ubicado en una zona protegida por altos riscos que lo protegen del clima adverso. Después de comer algo decidimos hacer una pequeña excursión hasta un salto de agua llamado Chorrillo del Salto a poco más de una hora desde el pueblo. A la vuelta compramos comida en un pequeño supermercado y nos lo comimos en el hostal antes de dormir. A la mañana siguiente salimos pronto para hacer una excursión hasta la laguna Torre en la base del cerro Torre, que junto a su vecino Fitz Roy están considerados la meca de los escaladores debido a sus paredes totalmente verticales. Después de tres horas de caminata por bosques primero y un valle lleno de arbustos después llegamos a la laguna desde donde vemos el cerro Torre. La laguna está completamente congelada y cubierta de nieve por lo que apenas se distingue, pero las vistas del cerro son impresionantes. Nos comimos unos bocatas mientras contemplábamos el cerro y emprendimos el regreso al pueblo. En la última parte del camino tuvimos la suerte de ver un zorro andino a pocos metros. A primera hora de la mañana siguiente un minibus nos acercó hasta el punto de inicio de la ruta a la laguna de los Tres desde donde se observa el monte Fitz Roy. Comenzamos a caminar por una zona boscosa y pasamos por el mirador del glaciar Piedras Blancas que cuelga de una montaña al otro lado del valle. Tras dos horas del inicio llegamos al campamento Poincenot donde empieza una durísima ascensión en la que superamos unos 400 metros en sólo 2,5 km. La última parte del sendero estaba completamente cubierta por nieve lo cual dificultaba el ascenso así que llegamos bastante cansados a la cima. Allí todo estaba cubierto por una espesa capa de nieve, incluso la laguna que apenas se distingue, y el cielo estaba bastante cubierto de nubes por lo que no pudimos ver el cerro Fitz Roy con claridad, por lo menos pudimos disfrutar de las vistas al valle que eran impresionantes. Esperamos unos minutos con la esperanza de que se despejara, pero hacía viento y frío por lo que no tardamos en iniciar el descenso. La bajada resultó pesada y complicada debido a la nieve, así que descendimos con cuidado para no resbalarnos. Continuamos el regreso a El Chaltén por un valle boscoso pasando por el mirador más accesible del Fitz Roy pero el cerro seguía cubierto de nubes. Después de siete horas de caminata llegamos al hostal muertos de hambre por lo que nos preparamos unos bocatas nada más llegar y dedicamos el resto del día a descansar. Al día siguiente el cielo amaneció despejado por lo que decidimos caminar los 6 km que nos separaban del primer mirador del cerro Fitz Roy. Llegamos tras casi dos horas de ruta y por fin pudimos observar el Fitz Roy sin ninguna nube alrededor. Unos minutos después cogimos un desvío a la laguna Capri, desde allí también pudimos observar el cerro con la laguna a sus pies. Disfrutamos un rato de este bello paisaje e iniciamos el regreso al pueblo. Una vez allí nos preparamos algo de comer en el hostal ya que después de los 15 km de paseo teníamos hambre. A las 17:30 cogimos un autobús de vuelta a El Calafate desde donde debíamos coger un autobús al día siguiente a Puerto Natales (Chile).
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